Santuario de la Subsistencia

Estaba en un pasillo, esperando escuchar mi nombre, circulaba por éste gente en ambas direcciones, pienso que al menos cien por minuto, claro, el ritmo variaba constantemente, por momentos el pasillo casi parecía abandonado, de repente, las personas se aglomeraban como si no hubiera espacio para nadie más. Convergía gran variedad de personas, hombres, mujeres, niños, jóvenes, viejos, altos unos pocos, la mayoría bajos. Notaba como algunos pocos vestían de blanco, “ah, aquí se nota una diferencia”, susurré, todos ellos lucían como de un tipo distinto, se notaba en sus rostros, algo así como mensajeros, pero no me parecía que fueran tan conscientes de ello, a lo mejor no habían descubierto el verdadero valor de su misión, debían ser muy inexpertos aún para conocer estos secretos o ya no les importaba tal honor. 

Hubo otros que pasaban asistidos por muletas, bastones, sillas de rueda, pude apreciar como llevaban cargas pesadas, tenían consigo las marcas en sus cuerpos, esas que pueden dejar una batalla reciente, pero estaban allí para seguir luchando, con poca o mucha voluntad, no lo podía saber, pero aún perseveraban, apelaban al valor natural de preservarnos pese a los golpes recibidos y a las heridas en ocasiones graves y hasta mortales.

Salvo por los que iban en grupo a todos los unía el silencio, es que cada uno llevaba por dentro su angustia, o esperanza. Hice una pausa dentro de mi, inevitablemente observé que pocos eran hermosos, “como abunda la fealdad entre nosotros”, me dije. Claro, esa fealdad, la que vemos, ya que en el interior muchos tendrían una belleza enorme, al fin y al cabo pensé, “la belleza externa es un accidente”, no abunda. Luego concluí que el esquema de belleza que nos hemos dejado inculcar no es el correcto, la gente buena está por todas partes y no es justo ver solo signos externos. Entonces cambié la frecuencia de mi pensamiento, busqué otras señales, indicadores colectivos que me dieran respuestas más que preguntas.

Entonces, “Qué nos unía a todos aquí, en ese momento ?”. Qué hacía que muchos dejáramos de hacer lo que normalmente haríamos para ir allá y esperar por largo tiempo a ser llamados por otros que estaban para honrar sus profesiones, sus votos sagrados. Espero de verdad que así lo vean cada uno de los que nos recibían, o al menos la mayoría, lo suficiente para hacer la diferencia y sentir confianza de ponernos a su merced.

O es que de verdad estamos en dos bandos ? El de los que llegabámos con nuestras necesidades y el de los que nos aguardaban, por un momento quise pensar que no era así, que todos contruíamos una misma realidad que viaja en dos sentidos solamente, pero que buscábamos destinos similares para todos. Entre ellos el consuelo, la esperanza, el bienestar de nuestro vehículo en este viaje maravilloso llamado vida. Que todos ibamos a lo que yo llamaría “El Santuario de la Subsistencia”, que no es otra cosa que al lugar donde acudimos cuando vemos amenazada nuestra escencia.

Quiere decir que esta es una actividad santa, como yo lo imagino, los personajes de blanco son algo así como sacerdotes y los que son como yo, somos fieles que buscan consuelo. Acaso será que este imaginario pueda llegar a alcanzar el consciente en cada uno de nosotros ?

Dejémosle a cada uno la tarea de interpretar la vida según la ve...

Ronaldo Gutiérrez Hine.